El balonmano es un deporte de equipo de ritmo rápido y que requiere mucha energía. Dos equipos avanzan el balón pasando y regateando mientras intentan marcar goles en las porterías del otro. El juego se juega en un campo de 40 metros de largo y 20 metros de ancho, normalmente en un pabellón deportivo cubierto, con siete jugadores en cada equipo: un portero y seis jugadores de campo. Los partidos constan de dos tiempos de 30 minutos con un descanso de 10 minutos entre ellos.
La historia del balonmano se remonta al siglo XIX y las bases de las reglas actuales se sentaron en Dinamarca. Si bien el juego se jugó por primera vez en áreas abiertas, se trasladó a áreas interiores a principios del siglo XX y se redujo el número de jugadores. En los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, el balonmano se presentó como un deporte de interior disputado por equipos de siete jugadores y se convirtió en deporte olímpico en este formato.
El balonmano implica diversas habilidades técnicas y tácticas. El "ataque simple" se usa en ataques rápidos, el "paso subterráneo" se usa entre dos jugadores y la "defensa hombre a hombre" se usa para evitar que el oponente haga una jugada. "Defensa Seis Cero" se refiere a situaciones en las que todos los jugadores defensivos están alineados en la línea, mientras que "Defensa Cinco a Uno" se refiere a situaciones en las que un jugador defiende la portería mientras los demás defienden la portería. "Hacer trampa" significa realizar un tiro engañando al jugador contrario 1.
Dado que el balonmano es un deporte que requiere velocidad física y mental, trabajo en equipo y pensamiento estratégico, los jugadores deben estar en constante formación y desarrollo. Esto les anima no sólo a alcanzar el éxito deportivo, sino también a mejorar sus habilidades personales y sociales. El balonmano ofrece a los jugadores la oportunidad de desarrollar muchas capacidades físicas diferentes, como el acondicionamiento, la flexibilidad, la velocidad y la coordinación.